La violencia de género es algo que recuerdas cada día que haces psicoterapia para ayudar a las personas que padecen un sufrimiento psicológico.
Las personas en psicoterapia*
Juan es padre de una niña de 6 años que me comenta, preocupado, que su hija ha llegado del colegio enfadada porque sus compañeros del cole le han dicho que no puede jugar con ellos al fútbol, que eso es cosa de chicos y no de chicas. Como padre se siente dolido por el rechazo que ha sentido su hija debido al mero hecho de haber nacido niña y no niño.
Vicky es una chica de 14 años que acude a psicoterapia desde hace unos meses. Aunque es “brillante” en sus estudios y, en general, en casi todo, cree que “no vale” porque percibe que su cuerpo no es como los de las chicas a las que ve en Instagram, Tik Tok y otras redes sociales. El rechazo hacia su cuerpo le ha llevado a dejar de comer de forma radical. Y, aunque pesa 40 kilos, continúa viéndose gorda. La anorexia ha invadido toda su vida, provocando un tsunami físico, emocional e interpersonal.
Ana, con 8 años, me cuenta que tiene un compañero en el cole que le ha dicho que ella va a ser su novia. Cuando le pregunto si ella quiere, me dice que no, pero que él le ha dicho que tiene que serlo aunque ella no quiera. Tengo que explicarle que la esclavitud no existe y que ella no tiene por qué hacer cosas que no quiera hacer, por mucho que un chico se lo mande.
Pepe, de 18 años, acude a consulta porque, entre otras cosas, tiene problemas de control de la ira. Reconoce que es celoso con su pareja y que esto, en ocasiones, “se le va de las manos”. Él no quiere mostrarse así, agresivo y violento con ella, pero no sabe otra forma de reaccionar.
Lola, de 16 años, me cuenta que tiene un compañero en el Instituto, que la llama feminazi cuando ha defendido en clase la igualdad entre chicos y chicas.
Rosa, de 35 años, que venía por un problema de ansiedad a psicoterapia, me relata que en su infancia fue abusada por un hombre cercano a su familia. Nunca lo dijo y nadie la protegió ni calmó. La vergüenza y la culpa por algo que sufrió (y de lo que ella no fue responsable) han dado como fruto el rechazo hacia ella misma.
Clara, con 30 años, pasó por una relación tóxica en la que su novio acabó violándola a los 20 años. El miedo por su vida, en aquel momento, la paralizó. Su parálisis (que puede interpretarse como sumisión por otras personas) hizo que sobreviviera. Desde entonces no es capaz de expresar sus propias necesidades y acaba cediendo con todas sus parejas.
Concha es la madre de Jaime, un niño de 7 años que ha presenciado como su padre le pegaba y la maltrataba. Aunque ahora están separados, Concha relata cómo Jaime, cuando vuelve de haber pasado el fin de semana con su padre, se comporta de forma violenta con ella.
El denominador común
Podría continuar contando historias de personas a las que trato (o he tratado) en psicoterapia con el mismo denominador común: la violencia hacia las mujeres. En algunos casos esa violencia es clara y visible, mientras que en otros no lo es tanto, pasando inadvertida como tal. La violencia hacia las mujeres por el mero hecho de serlo es lo que llamamos violencia de género, y no puede entenderse sin la tener en cuenta la estructura social que lo sustenta, donde lo masculino prima sobre lo femenino.
El «andamiaje» social del patriarcado
La división de roles en función del sexo está detrás del rechazo que ha sufrido la hija de Juan. La presión social dirigida a las mujeres para que tengan un cuerpo perfecto sostiene la anorexia de Vicky. El mandato de que los hombres tienen derecho sobre las mujeres puede entreverse en lo que le ha pasado a Ana. La idea de que la violencia es legítima entre los varones y el mito del “amor romántico” son dos aspectos cruciales para entender lo que le sucede a Pepe. La resistencia del machismo hacia la igualdad provoca insultos tan contradictorios como el de “feminazi” que sufrió Lola (recordemos que el feminismo defiende la igualdad de todas las personas, lo que es absolutamente contrario a la ideología nazi, en la que se defendía la supremacía de una determinada raza). La idea de que la mujer que ha sufrido una agresión sexual (por mucho que fuera una niña y no pudiera defenderse) ha quedado “manchada” está detrás de la sensación de vergüenza y de culpa que sintió Rosa. El mensaje hacia los hombres de que el cuerpo de las mujeres está para su satisfacción sustentó la violación de Clara. La falta de protección y de recursos hacia las víctimas vicarias de la violencia de género está dañando al hijo de Concha y a ella misma.
La violencia de género está sostenida por todo un andamiaje social que, lejos de derrumbarse para dar paso a la igualdad, continúa en pie y cogiendo fuerzas en algunos sectores (hay un claro retroceso en este sentido entre los/as jóvenes).
Las consecuencias: problema de salud pública
El daño que produce la violencia de género nos afecta a todos y a todas, no sólo a las mujeres, y este aspecto es el que en muchas ocasiones se pierde de vista. Como psicóloga, las propias historias de las personas que atiendo, me lo recuerdan cada día, pues para ayudarles es fundamental comprender qué papel tiene (y ha tenido) todo esto del machismo en sus vidas, cómo les ha afectado el hecho de haber nacido hombre o mujer en una sociedad como la que vivimos.
*Los nombres y los datos han sido modificados para preservar la confidencialidad, aunque todas las historias son verdaderas